sábado, 28 de agosto de 2010

Moonflower y Silvia Flores evocaron a Madonna en el Teatro Centro de Arte


Con el aporte práctico e indiscutible de Lexter (Lester Molina) como DJ redondeando el sonido de Moonflower, el experimental del Teatro Centro de Arte presentó un tributo a Madonna que resultó una fiesta total. Daniel Rodríguez, sin poses y jugando como de costumbre para el equipo, estuvo muy sólido en el fondo con guitarra.

Roberto Andrade estuvo acertado en programación y las coristas, totalmente sacrificadas. Nunca o casi nunca tuvieron el espacio para mostrar sus virtualidades en el canto.

La voz de Paola Gómez y Yafaira Paucar, además dotada de una impactante belleza indígena, se escuchó lo suficiente como para querer oír más. En el fondo y al centro Andrés Albán impuso orden y ubicación en el sonido otorgándole un toque metálico de fuerza al pop de Moonflower que añadió autoridad a la presentación.

Y así, Silvia Flores, muy relajada, con suma autoconfianza y ensayada al máximo, se apoderó del escenario mostrando ese driving voice al estilo de la inolvidable Gracie Slick de Jefferson Airplane que ya para la segunda canción suscitaba aplausos espontáneos del público y en Borderline llegaba caminando el escenario que penetraba en callejón al público.

Silvia, quien tiene un amplificador incorporado, repartió sus considerables recursos vocales matizando Like a Virgin y Papa Don’t Preach de manera tan efectiva que se convirtió en un recital eminentemente bailable y de esta forma dio el tributo adecuado a Madonna, quien siempre fue mucho más bailarina que cantante.

Carolina Oñate cantó como artista invitada con linda voz y movimientos osados y agresivos, en contraste a la inocencia que proyecta Silvia Flores.

Material Girl le dio al público la oportunidad de ver a Silvia en ese callejón penetrando al público luciendo un maquillaje artístico en esta talentosa artista a la que una leve pérdida de peso resalta su belleza.

La voz grave de Carolina Oñate en Secret y Music fue también un aporte contrastante a un concierto en continuo ascender anímico donde incluso había bebés en brazos dentro del público.

La icónica Isla Bonita puso de manifiesto los cambios percusivos en la batería espectacular de Andrés Albán y el único momento en que las coristas no sucumbieron ahogadas para mostrar lo que pueden hacer.

El show agarraba mayor ánimo e intensidad en la recta final con Express Yourself, que provocó el ánimo incontenible de bailar a buena parte del público.

Like a Prayer, Celebration y I Will Survive, de Gloria Gaynor, como la rúbrica final de Silvia Flores en todos sus conciertos, fue la locura total, fiel al espíritu desinhibido de la cantante Madonna.

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